Las Penas ya no son de Nosotros
- Lucio Mammana
- 3 ago 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 20 ene
Recuperando el habla y la utopía. Haciendo carne la palabra compañero, tan concreta que parece dejar de ser una "palabra". Un canto de esperanza en Corral Quemado.
El silencio que acurruca unas bracitas, el roce cosquilludo de alguna brisa al atardecer. Esa luna que asciende enredada en el monte inmenso. Buscar algún cabrito perdido. Colaborar en la cocina de algo nuevo, o jugar unas escondidas a las corridas. Juntar leña y admirar la copa de un quebracho que se propuso trepar en todas las direcciones. Escuchando las historias de resistencia. Siendo escuchado. “La comunidad", un sentimiento que emerge por una práctica compartida por un nosotros. Y después de eso mucho más. Así es cómo que uno se enamora de la “lucha”. Entonces las penas ya no son de nosotros. Y las cabritas son del pueblo organizado.
Gracias a toda la comunidad de Corral Quemado, a la Central de Lomitas y todxs lxs cumpas organizadxs en el Mocase VC. Recuerdos y sensaciones que se intentan expresar como pueden a unos días de volver a Córdoba luego de las Pasantías Vivenciales del Movimiento Campesino de Santiago del Estero. Animando profundamente la “utopía” abstracta a empaparse de “utopía” concreta, vivenciando una esperanza fundamentada. Haciendo la unidad, la autodeterminación, la democratización bien bien desde “abajito” –la “verdadera democracia”, más vieja que la historia, tan cínicamente desaprovechada-, con los pies siempre en el esfuerzo solidario. Defenderse, extendiendo el abrazo tierno a cualquier cumpa aunque pueda encontrarse alguno un poquito arisco.
Allá, acá, siento un límite a la deshumanización que se admite como tolerable. Al final, es una vida digna respetando y siendo respetado. Donde parece simple pero se hace impactante sentir que nadie vale más que nadie. Emancipación y Justicia Social no están dadas “por naturaleza", se ponen en marcha en cada pequeñito acto cotidiano con lxs compañeros, sin tanto palabrerío bonitamente abstraído y endulzado. Con organización, sensibilidad y mucho esfuerzo (por el) colectivo, el famoso trabajito de hormiga. Porque es para todos. Sin ningún compa descartable. Una posibilidad por la dignidad que se elige y se defiende desde lo más hondo, que ningún canchero podría arrebatar sin humillarse a sí mismo al mirarse al espejo.
Todo lo “pequeñito” del día a día, paciencia, habla y escucha, sin resignación, sabiendo que así sí es posible su expansión. Siendo un nosotros antes que un otro. Haciendo carne, sangre y emoción la palabra compañero, haciéndola tan concreta que parece dejar de ser una "palabra".
“Sueño que se sueña solo, es solo un sueño que se sueña solo, pero sueño que se sueña juntos, es realidad”, dice un cumpa loco hermoso de la “patria grande”.
Otro divino cantó. “Busco la respuesta. Por qué crear el dolor? Si cuando estamos juntos tenemos sueño, fuerza y amor. Coraje, compañero, para qué callar la voz? Si la fuerza del deseo, late en cada uno de nosotros.”
Y un cumpa en Corral Quemado una tarde recitó. Al final entonó: "Pero hubo un hombre de campo que llegó a la ciudad y le gritó a la autoridad del sufrimiento de tantos. No sé si enfada mi canto o si quedará satisfecho, pero hoy se me ensancha el pecho y quiero preguntarle a los gritos si en esta patria es un delito reclamar nuestro derecho"
Hacerse fuerza organizativa, por un vivir sanamente que ilusiona la esperanza, que al descontento lo hace caminar erguido. Un remedio infalible contra el nihilismo neoliberal que abruma. Porque no es imposible imaginar una alternativa. Un mundo social organizado humanamente para todxs sí es posible. Es un deseo que aún repolitiza y hace babear las ganas de vivir a muchxs, no solo “desenmascarando” sino desalambrando ese sistema de crueldad que no salva. Sanar, producir y cooperar. Con los jóvenes y con la memoria de viejos sabios. Qué lindo es dejarse desarmar un poco en estos pagos.
Hacer un poquito cuerpo. Porque no hay recetas. Porque cuentan lxs cumpas que "la mente piensa donde los pies pisan", y "sin respuestas" pero con organización han transformado la verdad.
Es por eso que yo también “cuando salí de Santiago todo el camino lloré". Porque se desaflojan los cordones de la desesperanza, se diluye esa dolorosa membrana, aparece el puente, la reflexión permanente, el canto, la risa en simbiosis con llantos que con organización, convicción y ternura son consolados.
Monte milenario, quebrachal y algarrobal, mate dulce bien cebado, tierra cantora que “recupera el habla y la utopía”. Cómo no añorarla!
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