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AGRIDULCE

  • Foto del escritor: Lucio Mammana
    Lucio Mammana
  • 18 ene 2020
  • 5 Min. de lectura

"Rayos!" pensé. Una legua y un poquito, una hora y un poquito, 7km empujando la bici y llegué disecado a "Poxim do Sul"; caserío donde 'Thiago' me comentó que todos se conocen. Algunos no por el nombre, pero sí que todos por el 'apelido' -como se le dice al 'sobrenombre' en portugués-.

Rayos oxidados y cortados

Me pasó una 'llave 24' para que pudiera sacar el piñón y el disco de freno. Así conseguí colocar los 4 rayos en la rueda trasera que faltaban. Se habían cortado: Justo en una bajada me había olvidado de todo, porque el aire surcaba a toda velocidad por mis cachetes, y "ta", sentí el sonido seco como un latigazo entre mis piernas. La bici empezó a tambalearse como un gusano, a mitad de una curva bien cerrada en medio de la "Costa do Cacau". Es que "caralho!", a menudo me pasaba que las ruedas, que cargaban 70kg cada una, me pedían un descanso cuando menos lo esperaba. Se desalineó totalmente. No había como pedalear.


Thiago, el álbum de fotos y mi bici

Thiago se quedó mirando el álbum de fotos que llevaba. Observaba, lento, con las pupilas dilatadas y me hacía preguntas sobre casi todas las fotos. La situación tenía el reflejo bonito de cuando se dan esas "trocas" desinteresadas en lo que uno vaya, o no, a recibir por lo que da. Indeliberadamente él me ayudaba con la herramienta y yo le compartía la historia de un viaje.


Tras un "Ooopa" (saludo típico) apareció un tipo cincuentón que le hablaba con familiaridad, junto a otro que comía 'yaca':


El papá de Thiago trabaja en una empresa de venta de pescados pero me cuenta que tienen esa 'lojinha' (localsito) donde venden algunos artículos básicos de motos para la gente de Poxim y ya que están se hacen un dinero extra en la semana. "Y de paso Thiago (17 años) ya va trabajando" dice. 'Georgi' era tan simpático que no desaproveché la oportunidad de quedarme dos horas en una silla de plástico comiendo 'yaca', como 'tomando unos mates' a lo bahiano, coordinados por

un pasar del tiempo sin aguja, haciéndole muchas preguntas. Su otro filho (hijo) vive en São Paulo, más al sur, y él nació en el estado de Sergipe, un poco más al norte. Pero también vivió 23 años en el sur, algunos en Porto Alegre y otros tantos en São Paulo. "Dónde se gana más pero también se gasta más" aclara. Cuenta que finalmente, a pesar de que uno de sus hijos es 'paulista', volvió para el 'Nordeste', a esta aldea de menos de dos mil habitantes porque, según expresa: "la felicidad no es solo trabajar todo el día solo para ganar dinero y tener más cosas. Acá tranquilo en el pueblo me siento más feliz".



"¿Cómo hiciste para llegar hasta 'Canavieiras' -el pueblo desde el que yo venía ese día-?" me pregunta Georgi.


Contesté que en lancha desde 'Belmonte' tras casi dos horas atravesando el delta del río entre 'manguezales' (manglares) y las 'restingas', porque sino tendría que haber hecho una vuelta por la ruta de 280km metiéndome hacia el interior del continente ya que no existe ruta en ese tramo de

la costa.

"Sí, una pena que no hagan puentes en esa zona", se lamentó Georgi y me explicó que el gobierno lo ha prohibido por cuestiones ambientales, porque sino se destruiría el 'mangzezal', que es el hábitat de una gran población de cangrejos. Empezó a titubear pero siguió: "me da lástima que tanta traba del ambientalismo no permite el progreso. Si esa obra se pudiera hacer, traería

mucho más progreso para toda esta zona porque estaríamos a una hora y media en auto de Porto Seguro en lugar de cinco. En el sur de Brasil y en São Paulo, si hace falta construir algo al otro día vas y ya no reconocés que es lo que había antes. En cambio, acá, para todo no se puede por esto, no se puede por aquello, y eso trae retraso a la sociedad".



Las palabras de Georgi, plácidas desde su silla comiendo 'Yaca', parecían tener mucha lógica, como yo también se lo hacía creer atento y con una sonrisa. Aunque en verdad, más allá de la complejidad del asunto, sentí bastante contradicción en sus pensamientos. Entre ese y el de antes, cuando me había explicado de porqué estaba feliz de volver a vivir en estas tierras tras 23 años allá donde 'se trabaja mucho, gana mucho y gasta mucho'.


Y me hizo acordar al papá de Mauro, un bolsonarista declarado que conocí 20 días antes y aseguraba que 'Leonardo Di Caprio' había causado los incendios del Amazonas de Agosto de 2019, y que Brasil tenía derecho a quemar todo el Amazonas para desarrollarse productivamente: Se consideraba muy ingenioso por conjeturar que si Europa a lo largo de muchos siglos pudo talar los bosques de todas sus tierras, entonces Brasil también puede hacer lo mismo con el Amazonas y nadie le puede decir nada. Inaudito pero real lo que tuve que escuchar esa noche 5 minutos antes de que se levantara violentamente de la mesa agarrándose la cabeza y gritándome repetidas veces "¡¡você é um comunista gringo!! mientras iba y venía por un pasillito -literalmente-, solo por haberme atrevido a opinar en voz baja que para mí Di Caprio no tenía nada que ver y que el tema del Amazonas y los incendios era un tema muy complejo. Me dio mucho miedo, me callé la boca, le pedí perdón y de algún modo conseguí sacar la pata y convencerlo de que él tenía razón en todo. De otra manera dudo mucho si de ese almuerzo hubiese salido vivo...


Georgi y su dulzura comiendo 'yaca' parecían todo lo opuesto a aquel otro energúmeno de mis

Georgi (amarillo) y Thiago (moto) y yo (azul) y amigos después de charlar y comer Yaca

malos recuerdos, y no decía lo mismo y no alardeaba de bolsonarista, pero su razonamiento de que 'porque los paulistas construyen lo que quieren entonces los bahianos también deberían poder destruir el manglar', era en realidad el mismo tipo de falacia que la del papá de Diego. En otras palabras, un argumento totalmente descaminado, pueril: 'Justifico mis errores porque otros hicieron lo mismo'. "Ojo por ojo y el mundo acabará ciego" dijo Gandhi...



**A MODO DE REFLEXIÓN DE LOS ÚLTIMOS DOS PÁRRAFOS, dejo a continuación "LA PARADOJA DE LA TOLERANCIA" escrita por el filósofo Karl Popper en su libro "La Sociedad Abierta y sus Enemigos":


"La tolerancia ilimitada debe (o puede) conducir a la desaparición de la tolerancia. Si extendemos la tolerancia ilimitada aún a aquellos que son intolerantes; si no nos hallamos preparados para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto como ellos, de la tolerancia.

Con este planteamiento no queremos significar, por ejemplo, que siempre debamos impedir la expresión de concepciones filosóficas intolerantes; mientras podamos contrarrestarlas mediante argumentos racionales y mantenerlas en jaque ante la opinión pública, su prohibición sería, por cierto, poco prudente.

Pero debemos reclamar el derecho de prohibirlas, si es necesario por la fuerza, pues bien puede suceder que no estén destinadas a imponérsenos en el plano de los argumentos racionales, sino que, por el contrario, comiencen por acusar a todo razonamiento; así, pueden prohibir a sus adeptos, por ejemplo, que prestan oídos a los razonamientos racionales, acusándolos de engañosos, y que les enseñan a responder a los argumentos mediante el uso de los puños o las armas.

Deberemos reclamar entonces, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes. Deberemos exigir que todo movimiento que predique la intolerancia quede al margen de la ley y que se considere criminal cualquier incitación a la intolerancia y a la persecución, de la misma manera que en el caso de la incitación al homicidio, al secuestro o al tráfico de esclavos. Tenemos por tanto que reclamar, en el nombre de tolerancia, el derecho a no tolerar la intolerancia. "


Primeros kilómetros por la "Costa do Cacau". Cerca de Canavieiras

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