El Pueblo Enterrado
- Lucio Mammana
- 7 dic 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 20 ene
Esa tarde me olvidé del tiempo. Se me apagó el tacto, el olfato, el oído y algo más. Mi único sensor alerta se tildó en un barrilete adiamantado surgiendo en el horizonte del mar azul profundo, yendo hacia el cielo celeste, ligado a hilos invisibles que mis ojos iban guiando. Con el último claro del día reposando entre las pompas blancas. Yo sin pretenderlo estaba meditando, sencillamente ahí y en conexión con todo mi suburbio. Simple y enriquecido. Siendo uno y siendo todo en el logos de Heráclito.

No obstante, un rato antes lo de detrás me había sofocado. El Sol se escondía tras la inmensa duna dorada alumbrando mi espalda enarenada. Paciencia Paciencia. La tan valiosa Paciencia! Mas ahí había una tiniebla siniestra...
A mis espaldas yacía una anécdota de falta de calma que medio siglo atrás se había devorado la existencia de un pueblo entero. Sí, se lo tragó la Tierra y le aplastó hasta las ruinas! Y no era Atlantis, ni Pompeya, ni Haití. Más bien un lugarcito llamado Itaúnas donde se llega por callecitas de tierrita y el destierro del Sudeste Brasilero ya parece un hecho.
La tragedia de ayer se esconde tras la fama que lo resucitó hoy. Capital Nacional del Forro Pé de Serra y la primera playa donde el agua "agora e de aquí pra frente' es calentita.
Cruzando el río empiezan las dunas que camuflan el sepulcro de todo lo que fue y ya no es. Parece ser que una vez el Prefeito (intendente), en eso de las décadas de los 50's , se afanó para sacar la matinha (vegetación) de la restinga que separaba unos 100 metritos al pueblo del océano. El motivo no se logra explicar con clareza pero parece que fue precipitado de la opinión ilusamente arrogante de un hombre "bien y de título", y que terminó en suicidio urbano. Y para los detalles ya pasaron las décadas suficientes que vislumbran sus leyendas, como la historia suele contar lo que las malas voces quisieron callar...
Las consecuencias de este ingenuo y malaventurado alcalde de Itaúnas fueron las que el humano no nunca pero si demasiado tarde va demorándose para aprender y hacer memoria. Destruyendo el ciclo natural y en otras palabras destruyéndose a sí mismo por la moneda de hoy que mañana, para sus hijos, será veneno. Si necesitaba una lección de esas en vivo y directo en mi viajecito en bici, la sorpresa de Itaúnas me dió la ocasión...
Resulta que en el Nordeste Brasilero el viento sopla 'fuertazo' y esa 'matinha" aparentaba ser tan inofensiva como la "gripezinha" de Bolsonaro. La matinha se esfumó en un par de días pero en un par de años la arena con su escudo natural arrebatado se quedó indefensa contra el ya imparable viento Nordestino. Pasaron tres décadas y el pueblo subyugado en los 50's quedó totalmente subyacente bajo la arena dorada en los 70's. Sí, 'sumiu' (desapareció) y no quedó nada de nada. Sólo unas dunas bonitas, armas de doble filo de la naturaleza a las que el hombre les dio mecha del lado equivocado. Y consiguió la catástrofe porque ahora los humanos viven del otro lado del río, después de tomar el remedio menos malo. Refundaron su pueblo. Empezaron todo de nuevo.
Un lugar raro, como se siente siempre que uno va pasando de un p'otro lado. Despidiéndome del Sudeste mientras rozaba filo con el Nordeste.
Luchino , interesante el comentario sobre Itaúnas. Es increíble que por un prefecto ignorante , se haya causado semejante daño. Pero en cuantos lugares seguirá sucediendo, lo mismo. Continuará el ser humano depredando la naturaleza? Indiferente a las terribles consecuencias que generará? Todo parece indicar que sí.