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De Ínfimos a Trascendentes ¿Por qué se llama "Argentina"?

  • Foto del escritor: Lucio Mammana
    Lucio Mammana
  • 6 jun 2019
  • 24 Min. de lectura

Actualizado: 20 ene

Un naufragio en 'Florianópolis'

devenido en el 'primer robo europeo al Imperio Inca'

y en el origen del 'nombre de Argentina'

Cada verano Florianópolis es el destino predilecto de los argentinos que eligen pasar las vacaciones en las playas de Brasil. El vínculo entre el país del Tango y la "Ilha da Magia" pareciera ser tan solo eso, el turismo playero. Sin embargo, un lazo comenzó hace cinco siglos, cuando una carabela con españoles y portugueses naufragó en una de las playas más bonitas de la isla, forjando una de la epopeyas más osadas de la historia de la conquista de América, y la saga de hechos para que un país más tarde se nombre "Argentina".

Praia de Naufragados. Hoy reconocida, pero no tan conocida, por ser una playa de belleza natural intacta. Se vislumbra al sur de Florianópolis tras caminar 45 minutos dentro de un túnel verde, atravesando uno de los pocos manchones que aún perduran de Mata Atlántica, la gran selva del centro-este sudamericano que agoniza con su 20% del área original aún subsistente. Al llegar el panorama se despliega de color amarillo, sin huellas en la arena, libre de la casi inexistente presencia humana como si la historia de la creación de este mundo recién hubiese comenzado. Contrapuesta en pocos kilómetros con las playas del norte de la isla, donde en vez de arena se ven densas aglomeraciones de humanos entre sombrillas. En cambio, "Naufragados", es una playita casi inadvertida, pero cuya sutileza se afila en la historia.


Me acosté en la cama de sábanas húmedas. Pronto al cierre total de las pestañas me urgieron ganas de googlear el porqué de ese dramático nombre en una playa tan bonita que había visitado. "Naufragados", me gustan los cuentos, y en ese nombre la realidad maravillosa me seducía con un título. Real, rebobinando 5 siglos en los días ya pasados, y llegué a un vínculo trascendental del país donde nací y ese inofensivo pedazo de arena y mar. Y ante la pregunta de "¿qué es ser argentino?", allí encontré una partecita de la respuesta que me inquieta y con mis 23 años de vida no conseguía muy bien dilucidar. Entonces vamos que les cuento, mientras tomo mucho mate:


Como cruzar en cohete a Marte para buscar petróleo. Eran pocos pero intrépidos siempre había. Y a comienzos del XVI la seductora aventura los tenía en aumento. Algunos europeos, poquitísimos pero a su medida, se aventuraban a cruzar el océano donde había serpientes gigantes que se devoraban esos cascarones de madera con velas llamados 'carabelas', pero las tierras encontradas al occidente eran un confín del mundo que les mantenía intacto el delirio y la sed de aventura. La alienación que provocaba el Nuevo Mundo no nacía de una curiosidad inocente ni muchos menos filantrópica. Aún era el mundo de la Fe y el sálvense quien pueda, en los cuales el altruismo andaba moribundo y lo mejor que te podía pasar era irte al Cielo. Como mucho, el motivo más noble para semejante desafío transoceánico que podía hacer chispa en algún que otro personaje recordado, o no, era la causa sagrada de expansión

Los "Reyes Católicos" Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón
Los "Reyes Católicos" Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón

del Evangelio, lustrando el título ostentado por los 'Reyes Católicos' de Castilla y Aragón, y camuflando un tanto los motivos ultrajadores.


Es que, La explicación crucial de las hazañas andaba más, sino decir totalmente, en la voracidad por los metales. Como si pudiesen comerse y transformarse en el 'Elixir de la Vida' para los aventurados, capaces de vender todas sus miserables fortunas para financiar su expedición. Cristóbal Colón escribe en una carta enviada a los Reyes Católicos de España durante su cuarto viaje al Nuevo Mundo que "el oro es excelentísimo; del oro se hace tesoro, y con él, quien lo tiene, hace cuanto quiere en el mundo, y llega a echar las almas al paraíso" (*1). Tanto es así que muchas de las grandes hazañas de la conquista, como la que inspira este texto, no fueron costeadas por la Corona Española sino por los mismos conquistadores y empresarios, entusiasmados con las prometedoras fortunas y redenciones que conllevarían financiar las 'búsquedas del tesoro', ahora llamadas 'de conquista'. El mismo Hernán Cortés afirmaba que "a los osados los ayuda la fortuna"... (*2).


El verdadero tesoro estaba en Asia pero había que pagarlo. Porque aunque la alucinación por los metales pareciera asemejar estos personajes a sujetos enloquecidos de avaricia, en realidad, para la economía de Europa de aquella época tenía toda una lógica. Los metales preciosos eran un medio de pago del tráfico comercial dentro de Europa y sobre todo para el comercio con Asia, a donde se compraban las 'especias'. La naturaleza del planeta había desprovisto a Europa de pimienta, jengibre, clavo, nuez moscada, sal y otros más que hoy parecen codicias irrisorias pero por entonces en Europa una bolsa de esos productos podía valer más que la vida misma. Simultáneamente el oro y la plata escaseaban en las minas europeas ya casi agotadas. El expedicionario portugués Vasco da Gama había llegado a la India en 1498 con la misión del Rey de regresar a Portugal con especias y una nueva ruta comercial con Oriente, que evitara los intermediarios árabes, tal como había intentado España con Colón pero por el otro lado. Luego de otra gran epopeya, Vasco alcanzó el importantísimo Puerto de Calicut y se reunió con el Príncipe indio -de la India- ofreciéndole productos de Portugal como telas, azúcar y aceites. El príncipe consideró la oferta del navegante como una miserable humillación y, tras perdonarle la vida, mandó al susodicho de regreso a Portugal con las manos vacías. No obstante le

encomendó un mensaje para el Rey, determinante para explicar el porqué de tanto delirio europeo por los metales preciosos de América en las décadas siguientes: "Vasco de Gama, noble de vuestra corte, has venido a mi país, de lo que me he regocijado. En mi país hay mucha canela, mucho clavo, jengibre y piedras preciosas. Lo que deseo de vosotros es oro, plata, coral y escarlata"...(*3)


Y de estos seres no era la excepción Aleixo García, el portugués que se robó un tesoro de los Incas 8 años antes de que llegara 'Pizarro'. El audaz personaje, casi olvidado por la historia, es aquí protagonista. El primer europeo en conocer y asaltar la majestuosa civilización de los Andes tras cruzar a pie con 2 mil guaraníes las tierras del actual Brasil, Paraguay y Bolivia, erizando lo trascendental para que muy probablemente hoy Argentina se llame como se llama, "Argentina".


Aleixo formaba filas en las carabelas capitaneadas por Juan Díaz de Solís, la primera expedición verificada que llegó desde Europa al Río de La Plata, en 1516. Juan había sido enviado por la Corona Española a bordear la costa sudamericana más allá de los límites al sur del mundo hasta entonces conocido. La orden era clara y ambiciosa, buscar un paso marítimo hacia el océano pacífico que permitiera llegar a las Indias Orientales dando la vuelta por este otro lado. En realidad, esto solo lo lograría por primeras vez la expedición de Magallanes, cuatro años después. Pero Solís fracasó y se lo comieron, dejando una semilla para condimentar la historia.

El 'Mar Dulce' y el primer Asado Rioplatense registrado. Se comieron 'un Blanquito'. Cuando Díaz de Solís y su tripulación alcanzaron la península donde actualmente está el balneario de 'Punta del Este', notaron que la costa se torcía y animaron la ilusiones de estar descubriendo el paso hacia el otro océano. El Capitán le llamó "Mar Dulce" a su nuevo hallazgo, extrañado por la reducción de la salinidad del agua a medida que se adentraban bordeando la costa. Días después la expedición alcanzó las cercanías del Río Uruguay advirtiendo que aquel "Mar Dulce" no era ni el anhelado paso, ni un nuevo mar, más bien el estuario de un inmenso río que pronto pasaría a conocerse en la cartografía de la época como 'Río de Solís'.


Uno de esos días, Díaz de Solís descendió de su carabela en un bote con otros 7 marineros por última vez. Cerca de lo que hoy es la localidad uruguaya de 'Carmelo', el aventajado explorador de las 'nuevas Indias' no pudo anticipar el final de su cuerpo en el estómago de los Charrúas -aunque es probable que se haya tratado de 'Guaraníes Chandules'-. Descendieron en la arena y, según se contó, fueron rápidamente emboscados, aniquilados, descuartizados y asados frente al resto de la tripulación que había quedado remanente en las carabelas, fondeadas a metros de la orilla, observando horrorizados el festín de carne blanca en el que se comían a sus camaradas. Martín Caparrós narra este episodio de la historia de hace 5 siglos con el título "La Invención del Asado" en el Río de la Plata. Suena cruel pero no sé si estará tan errado... Con este hecho carnicero terminó la vida del primer europeo que llegó al Río de La Plata y uno de los más duchos

pioneros de la exploración del Nuevo Mundo por entonces. El único sobreviviente del infortunio fue el grumete 'Francisco del Puerto', que por niño se le perdonó la vida y quedó en manos de los nativos, criándose con ellos durante casi una década. Mientras tanto, los afortunados que no habían descendido de las carabelas no vacilaron en levantar velas y poner el timón rumbo al Norte.


Fue una de las últimas veces que los indígenas americanos salieron victoriosos en defensa de su tierra. Porque en lo que siguió, siglo a siglo iría en aumento pero a la inversa, reduciéndose sus tierras y su etnia, hasta sólo unos cuantos pocos espacios demarcados para los que aún no se extinguieron, que en la mayoría de los casos ni siquiera se reconocen como 'tierras indígenas' mas sí como 'Reservas Indígenas', e incluso a veces hasta -peor llamadas- como 'Reservas de Indios'. Me atrevo a inferir que los americanos que allí no vivimos, tendemos a malentender -perdón, digo denigrar- estos lugares con algo más similar a un 'zoológico humano abierto' que a una tierra donde los originarios ejercen sus derechos de autonomía y reconocimiento…


Hombres de los Mares. Entre los malaventurados sobrevivientes que regresaban a España se encontraba Aleixo García. Pero su desgracia se subrayó pocas semanas después cuando la carabela en la que él viajaba naufragó en una punta traicionera del extremo sur de la Isla de Meiembipe (hoy en día conocida como "de Santa Catarina" o "Florianópolis"). Así mismo, la tragedia en la 'Praia de Naufragados se convertiría en el mayor y más grande capítulo de

su vida. Una epopeya que lo inmortalizó en los libros de historia.


Aleixo sobrevivió junto a otros 18 marineros, esta vez absolutamente varados, en el año 1516, en una playa remota del fin del mundo. Las otras dos carabelas hacía buen tiempo habían tomado muchas millas náuticas de ventaja y el rescate jamás sucedería. Pero la suerte de ellos se invirtió. Recibidos por los indígenas 'Carijós' que habitaban la isla, en lugar de ser devorados, el trato fue mucho más hospitalario. A tal punto que tras 8 años de convivencia, Aleixo ya era toda una eminencia entre los Carijós de la etnia tupi-guaraní, simpatizando entre ellos, aprendiendo su lengua y adaptándose a su cultura y la geografía que habitaban. Incluso es probable que haya protagonizado uno de los lazos amorosos entre América y Europa, donde hasta entonces sólo se cruzaba un océano por codicias y no mucho más. Porque del vínculo ‘pocajóntico’ entre Aleixo y una mujer Carijó nació uno de los primeros mestizos en la historia de esta parte del continente, llamado Aleixo García, del mismo nombre y a quien debemos parte de lo poco que se sabe de este fruto de la historia hace 5 siglos.


La Quimera del Oro. Tiempo al tiempo, la confianza y el respeto de los Carijós por Aleixo lo fue convirtiendo en un gran líder. Tanto así que las investigaciones recientes hechas por Rosana Bond (*4), sugieren que hasta hoy el nombre de Aleixo García es venerado en las leyendas guaraníes de la región. Y un día los Carijós le revelaron el secreto más grande que todo conquistador en aquellos tiempos salivaba por conocer. La ruta hacia uno de los tantos "El Dorado", mito que inspiró algunas de las expediciones más insólitas de América como la de Aleixo. Los indígenas decían que allá al fondo por donde el Sol se pone existía un gran imperio, riquísimo en oro y plata y gobernado por un poderoso 'Rey blanco' (alusión desvirtuada al dios inca 'Viracocha', que era blanco). Y no sólo oyeron de la existencia del tesoro sino también de un camino que hasta allí conducía, atravesando las montañas y las selvas desde la costa Atlántica hasta el corazón del riquísimo imperio: El 'Tahuantinsuyu', hoy conocido como Imperio Inca. Y el camino del que le hablaron a Aleixo era el "Camino de Peabirú", una red de caminos pre coloniales que se extendían 3mil kilómetros conectando a los Incas de las tierras altas con los Guaraníes de las tierras bajas, a los Andes con el Gran Chaco y la Selva. El vínculo entre ambos grupos originarios ya era activo antes de que llegaran los europeos. Intercambiaban productos y alimentos que unos tenían pero los otros no, y hasta hubo migraciones, éxodos y batallas en tentativas de saqueos e invasiones. Años después, el famoso ‘Álvaro Nuñez Cabeza de Vaca’ encontraría las Cataratas del Iguazú yendo por Peabirú.

Antiguo 'Camino de Peabirú'
Antiguo 'Camino de Peabirú'

Así fue que Aleixo y sus colegas desamparados vieron renacer el sentido que años antes los convenciera de embarcarse al otro lado del océano. Convivió 8 años con los Carijós, informándose y organizando la expedición que en 1524 consagró a Aleixo como protagonista del primer contacto entre incas y europeos, 8 años antes de que Pizarro llegase a las mismas tierras en 1532 y marcara el trágico final del Tahuantinsuyu.


Aleixo lideró una gran expedición con una multitud de indígenas y algunos de los náufragos. Durante meses caminaron hacia adentro del continente atravesando la Mata Atlántica y las sierras de los actuales estados de Santa Catarina y Paraná, siguiendo por el Camino de Peabirú hasta alcanzar el Río Paraná y el actual territorio Paraguayo. En las cercanías de donde luego se fundaría Asunción, Aleixo logró reclutar 2 mil guerreros guaraníes que se unieron a la expedición rumbo a los Andes. Navegaron por el Río Pilcomayo, cruzaron la hostilidad del Gran Chaco, y la expedición alcanzó a penetrar las frontera del Imperio de los Andes, en la provincia de Charcas y cuya capital era Chuquisaca, actual ciudad de Sucre en Bolivia. Y la audacia de Aleixo no quedó sólo en el descubrimiento sino que se atrevió a robar un gran botín de metales preciosos tras atacar y saquear los fortines fronterizos de esta provincia del imperio.


La "Montaña que Brotaba Plata". Aleixo llegó a estar, sin saberlo, a no más de 150km del 'Cerro Rico de Potosí', por entonces "Sumaj Orck'o" en quechua, sólo unos años antes de que los españoles llegasen por el otro lado y se convirtiera en el mayor tesoro del planeta por siglo y medio. Ese paraje inhóspito a 4 mil metros de altura experimentaría uno de los mayores auges vistos por una gran ciudad en la historia de la humanidad, proclamando a Potosí como el "nervio del imperio" y una de las ciudades más ricas del planeta. La Corona Española apreció tanto el tesoro que en 1561, tras tan sólo 15 años desde la fundación, el Rey Felipe II le otorgó el título de 'Villa Imperial', bajo la inscripción "Soy el rico Potosí, del mundo soy el tesoro, soy el rey de los montes

y envidia soy de los reyes". La monumental riqueza de la verdadera 'sierra de la plata' coronaría la hegemonía mundial de España durante siglo y medio. A la vez que también sería el período de incubación de su ruina, marcando la decadencia fatal del Imperio Español en América, en Europa y en el mundo. Esplendor del hoy, veneno del mañana. Dos siglos después, la ciudad que en 1625 era mayor que Sevilla, Madrid, Londres, y diez veces más grande que Nueva York -entonces llamada Boston- y cuyo nombre en Europa se usaba como sinónimo de fortuna -"Vale un Potosí" para expresar 'vale una fortuna', tal como se lee en el 'Don Quijote de la Mancha'- comenzó su irreparable declive.


Como un día iba a suceder, la plata empezó a agotarse. España que había despilfarrado dos siglos de riquezas coloniales inconmensurables en lujos infructuosos y guerras santas, acabó fundiéndose, desmantelada y un siglo después habría perdido todas sus colonias, independizadas con un inmenso remordimiento secular hacia el realista rojo y amarillo.


Resquebrajada, los días de gloria del león peninsular se trocaron vertiginosamente en historia narrada por abuelos nostálgicos de cuando la gran perdedora de Europa hubo sido disfrazada de triunfadora; mas en realidad sumida en el oscurantismo, asolada por la codicia y la inquisición, en nombre del despilfarro en lujos banales de la Corona y la Cruz; mediante el genocidio, la espada, la biblia y el desmantelamiento de su economía productiva. La más grande fortuna se transfiguró en el más grande ocaso. Las Potosí se irían a repetir en las minas de Zacatecas y Guanajuato de México y con los portugueses en la 'Villa Rica de Ouro Preto' en Brasil.


El Pueblo Potosino, a pesar del divorcio independentista entre América y España, nunca pudo frenar su inexorable ruina. De 160mil habitantes que tenía en 1625, en 1825 solo quedaban 8 mil. Actualmente la ciudad boliviana es una de las ciudades más pobres de Latinoamérica, con recursos agotados y una población indígena a la que se le expolió su pasado y miles de vidas que yacen enterradas al fondo de las minas en nombre de la 'mita', la 'encomienda', y por estos días la explotación disfrazada de 'sistema de concesiones'. Siglo 21 y uno todavía puede llegar al Cerro Rico de Potosí y descomponerse en la tenebrosa realidad de los mineros que allí

'trabajan', sabiendo que cada día que entren por los túneles probablemente sea el último que saludaron a su esposa e hijos. Las esperanzas de ellos y sus familias no van más allá que el día a día. Raspando en grietas por túneles de 1,60 metros de alto y profundidades kilométricas a más de 40°C lo poco que le queda a aquel Cerro Rico empobrecido y helado por fuera. Trabajando por comisiones, varios ya comienzan a los 12 años como aprendices que a la mañana van a la escuela y a la tarde trabajan en la mina aspirando el polvo de roca picada. Hasta los 45 años, si es que llegan, porque cuando superan esa esperanza de vida ya es milagro, si es que ya no murieron del 'mal de la mina' –silicosis-, o antes ya no fueron tragados por la montaña donde las paredes explotan, a veces se derrumban y otras se inundan.


Los agujeros en la superficie del cono esbelto de aquel cerro son como entradas al inframundo, y así lo sienten los mineros reflejado en la deidad de las profundidades a la que le llama "El Tío", parecida a un demonio porque por lo que se vive en la mina ellos no creen que el Dios del que hablan los curas pueda allí existir. Algo así como pedirle misericordia al Diablo que aquí se lleva 45 muertos al año mientras trabajan en la mina, mientras que unos cientos más fallecen fuera del agujero pero por su causa, el 'mal de la mina' en sus pulmones. Cada día entran con 'una botellita de alcohol etílico, cigarrillos y hojas de coca, dejan un poco en el recinto dedicado al Tío y el resto se lo llevan a la jornada para no andar lagrimeando la desgracia que condena a ellos y su familia', me contaba Marcelo con su hijo mientras sostenían una perforadora con una mecha de un metro de largo y mostraban cómo se colocaba la dinamita. Mientras, mi amigo Simón y yo casi no podíamos respirar ni abrir los ojos en ese recoveco donde ellos pasan más de 12 horas de lunes a sábado...


Morir Viviendo. Testimonios quechuas de aquellos años deducen que fue el mismísimo soberano 'Inca Huayna Cápac' quién mandó a su general ‘Yasca’ a reforzar la provincia fronteriza de Charcas y expulsar a 'un ejército de guaraníes saqueadores'. Aparentemente el Inca no se enteró del líder portugués y Aleixo y su séquito fueron expulsos antes de que lo supiera. Sin que fuera obstáculo para que escapara con un rico botín de metales preciosos, que al fin y al cabo había sido el porqué de semejante audacia. Pero para Aleixo, su máxima hazaña en vida culminó en inútiles piezas de oro que lo condujeron rápido al más allá, más veloz que sus ilusiones en vida.


Colón ya había dicho que el oro llevaba 'al paraíso'. Semanas después mientras se retiraban, acampaban a orillas del Río Paraguay cuando fueron emboscados y en su mayoría aniquilados por indígenas 'Payaguaes', incluyendo al propio Aleixo García. Así culminaron los días de quien fuera el primer europeo en encontrar y asaltar el Imperio Inca. Lleno de oro pero muerto de vida. Aunque murió como vivió, en aventura, noble embellecimiento a la vida. Y la mayor parte del tesoro también se perdió en manos de los Payaguaes, pero entre los poquitos sobrevivientes estaban el pequeño mestizo 'Aleixo García hijo' y Francisco Pacheco, un negro mulato de muchas vidas y náufrago sobreviviente como Aleixo 8 años antes en la playa de Florianópolis. Estos dos y algunos guaraníes llegaron a las costas de Santa Catarina y relataron, a los Carijós y dos náufragos de Solís que habían permanecido, lo poco que hoy sabemos de la epopeya de Aleixo García.


Arriesgarlo todo. Mientras tanto, en España el conocimiento de estas tierras del sur seguía reduciéndose a una fama sombría, basada en los testimonios de los sobrevivientes de la expedición fallida de Solís que habían conseguido regresar a Europa y difundir la muerte del piloto mayor del Rey. El gran "Río de Solís" sufría el estigma de un área remota de caníbales en la frontera sur de las Indias y hasta entonces nada despertaba entusiasmo por explorarlo. En 1520, Fernão de Magalhães había encontrado el ansiado cruce al pacífico por un paso en el extremo sur que lleva su nombre, y la obsesión del Rey Carlos I continuaba en apoderarse de las 'islas Molucas' en Asia dando toda la vuelta a la Tierra por el oeste, poniendo en jaque la amenaza portuguesa en las codiciadas 'islas de las especias'. Entonces en 1526 la Corona encomendó esta misión al marinero veneciano 'Sebastián Caboto'.


Caboto partió en 1526 con una orden del rey, pero luego de cruzar el Atlántico hizo una parada de varios meses en la isla de Meiembipe -actual Florianópolis- a la que llamó Isla de Santa Catarina. Y para su sorpresa encontró allí algunos europeos que vivían en la isla y alrededores desde hacía una década con los Carijós. Enrique Montes y Melchior Ramirez habían formado familia con los habitantes originarios de la isla pero eran viejos amigos de Aleixo, sobrevivientes del mismo naufragio una década antes. Así Caboto oiría el canto de sirena que años atrás hubo seducido a Aleixo, sobre la existencia de la "sierra de la plata" gobernada por un 'Rey blanco'. Y ya no era un simple rumor, sino un relato de testigos como el mulato Francisco Pacheco, que habían traído la confirmación de la existencia de la 'sierra de la plata' hasta la Costa Atlántica en Santa Catarina. A Caboto lo siguieron hechizando cuando le comentaron que el 'Río de Solís' era la puerta de entrada por navegación al riquísimo imperio. Fascinado, el italiano y augusto piloto mayor del Rey de España, se atrevió a desobedecer las estrictas órdenes de Su Majestad y trocar el solemne destino de las 'especias asiáticas' por el tentador tesoro de plata sudamericano. Parecía que el premio que podía redituarle sería lo suficientemente importante para que luego la corona le obviase el castigo por su desacato.


"La Ciudad de Los Césares". Unos meses de preparación y Caboto partió hacia el Río de Solís. Y aquí halló, para su sorpresa, a Francisco Del Puerto. El joven grumete que había sobrevivido por ser niño al ataque en el que Solís y el resto de los desembarcados habían sido comidos 10 años antes. Retenido había crecido y se había integrado entre los indígenas. Caboto recibió una noticia buenísimas del joven cuando este le reafirmara los rumores de que remontando varias leguas el Río de Solís y el Río Paraná podía adentrarse hacia unas tierras riquísimas. Así Caboto prosiguió y fundó el primer asentamiento europeo en el actual territorio argentino llamado Sancti Spiritu en 1527, 40km al norte de la por entonces inexistente ciudad de Rosario, donde desemboca el Río Carcarañá (Río Tercero) en el Río Paraná. Caboto eligió este sitio al dudar de por cuál de por estos dos ríos se encontraría aguas arriba la 'sierra de la plata'. La duda habría crecido cuando algunos indígenas Querandíes le insinuaran que dicha sierra se hallaba leguas adentro del Río Carcarañá. Hoy sabemos que este río nace en las Sierras de los Comechingones

(Sierra de Córdoba) como 'Río Tercero', por lo que en realidad pueden haber estado haciendo referencia a dicha región serrana. Para comprobarlo, Caboto mandó una expedición de 15 hombres a explorar esta región al mando de uno de sus Capitanes más importantes. Otro portugués colado en una expedición española que se haría leyenda, Francisco César, cuya aventura sería la primera expedición de europeos tierras adentro del territorio argentino y que junto a su apellido originó uno de los más grandes mitos de la conquista de América.


La "Ciudad de los Césares" enloquecería a muchos de los próximos europeos llegados al Nuevo Mundo buscando esta ciudad repleta de oro perdida en algún paraje cercano a la Patagonia. César llegó al nacimiento del Río Tercero en las Sierras de Calamuchita y regresó a Sancti Spiritu con testimonios de la existencia de una ciudad de llena de tesoros un poco más lejos de la que los nativos le habrían comentado, lo que luego relatado por Caboto en Europa devendría en una nueva leyenda, las ´Fake News´ de aquel tiempo.


A la vez que aquel mito se gestaba, Caboto dejó el fuerte bien armado recordando la suerte del malaventurado Solís y partió con el resto de sus hombres aguas arriba del Paraná, hasta adentrarse en el Río Paraguay en busca de la 'sierra de la plata' por la otra vía posible. Pero la hostilidad de la geografía, el hambre y los enfrentamientos con algunas tribus estropearon el entusiasmo del avance y se vio forjado a retornar a Sancti Spiritu.


Para estos tiempos, otro español llamado Diego García de Moguer había sido enviado por el Rey al atlántico sur y, como a Caboto, los seductores rumores en la costa brasileña lo habían remontado con su flota por el Río de Solís. Para su asombro al encontrarse a Caboto el desobediente, que por entonces ya debía andar por Asia conquistando las islas de las especias como le había ordenado Su Majestad. Tras una primera disputa por los derechos de exploración de la región, finalmente optaron por unir esfuerzos para de una vez encontrar la sierra de la plata.


Durante un tiempo se reorganizaron en Sancti Spiritu, tiempo en el que además Francisco César regresó con los sobrevivientes de su expedición por el Río Carcarañá. Una vez más dejaron el primer asentamiento rioplatense y se adentraron en los ríos Paraná y Paraguay. Aquí encontraron indígenas con ornamentaciones de oro y plata que se estima pueden haber sido parte del botín robado por Aleixo García a los Incas tres años antes, que quedara en manos de los Payaguaes después de la emboscada en la que al pionero portugués se le despojó la vida y casi todo el tesoro sustraído audazmente del Tahuantinsuyu. Caboto y Diego García perseveraban intentando avanzar a la vez que la hostilidad de la geografía y de algunos caciques indígenas que defendían su territorio en combates no cedía. Doblegados, finalmente no tuvieron más remedio que retroceder y abandonar la codiciada búsqueda en un intento corajudo pero fracasado. Regresaron a Sancti Spiritu y el fuerte ya había sido totalmente destruido por los guaraníes, borrando definitivamente el rastro de este primer guiño de conquista de estas tierras, donde a los fines prácticos las alucinaciones por las sierra de la plata de Caboto acabaron en una desastrosa trampa.


El Río de la Plata metió la pata. El regreso de Caboto y Diego García a España suscitó toda una polémica, sobre todo al revelarse la desobediencia de Caboto a las estrictas órdenes de Su Excelencia. Debió enfrentarse a la justicia y fue desterrado de España, que como hombre de mar mucho no le importó pero luego sería perdonado. Siguiendo estos pasos, es en los testimonios y crónicas de los expedicionarios que acompañaron a Caboto y Diego García, así como en la sentencia dictada a Caboto, que por primera vez comienza a repercutir el nombre de Río de La Plata para apodar al viejo Río de Solís. Las tierras circundantes empiezan a aparecer en los mapas como 'tierras de la sierra de la plata', echando al olvido la mala fama de 'fin del mundo habitado por caníbales' pero despertando un nuevo afán de conquista en Europa, para desgracia de los americanos originarios.


HECATOMBE DE BUENOS AIRES. Inicia de esta manera una carrera crucial entre España y Portugal por dominar los ostentosos territorios del sur. Y esta vez sí, por primera vez el Rey ordena la más grande flota enviada hasta entonces por la Corona al Nuevo Mundo, a conquistar el Río de la Plata con 14 barcos al mando de Pedro de Mendoza. Carlos I nombró a Mendoza como 'adelantado’ de la Nueva Andalucía, una generosísima cantidad de poderes para que domine el

territorio al que se le imponía un nombre copiando y pegando el mapa de la España diminuta sobre un inmenso continente que en realidad ya tenía su propio mapa. Pero la colosal empresa terminó en funesto fracaso. Los indígenas aguerridos del Río de La Plata expulsaron una vez más a los invasores y destruyeron por completo el asentamiento donde se había intentado fundar Buenas Aires por primera vez en 1536. Pero para los argentinos nativos de aquel entonces no fue un festejo, habiéndose inaugurado la primera gran cicatriz de la historia de los habitantes de ese territorio durante los próximos siglos. Pocas semanas al arribo de Mendoza y la fundación de Buenos Aires sucedió la primera gran matanza de indígenas americanos por europeos en el Río de la Plata. Paradójicamente los 1300 colonos españoles recién llegados a esta nueva tierra remota, promesa de 'riquezas', desembarcaron famélicos de los 14 barcos.


Aleccionados de que el oro no se come, la conquista de la 'sierra rica' río arriba pasó al segundo plano. Los indígenas Querandíes llevaron comida durante 14 días al asentamiento de los recién llegados, hasta que un día se ausentaron y tras un efímero diálogo se negaron a seguir alimentando a los desdeñosos invasores. Entonces Mendoza mandó en represalias a 300 soldados alemanes y 30 jinetes, entre los que se encontraba el cronista alemán Ulrico Schmidl que escribió "...las órdenes eran bien apretadas de tomar presos o matar a todos estos indios 'carendies' y de apoderarnos de su pueblo. Mas cuando nos acercamos a ellos había ya unos 4.000 hombres, porque habían reunido a sus amigos (...) de los nuestros cayeron unos 20 y de los de ellos como mil" (*5). El episodio monstruoso nombró como 'La Matanza' al arroyo en cuyas orillas sucediera, como así también al actual partido más habitado del Conurbano Bonaerense.


Pero ni siquiera semejante hecho abominable cambiaría la suerte de los colonos. Las penurias aumentaron y la inanición los iba matando. "La más cruda hambre que se ha visto entre cristianos" alude Martín Del Barco Centenera (*6). Y algunos comenzaron a comerse entre ellos, prosiguiendo la peculiar cultura carnívora en los sucesos de esta tierra, inaugurada dos décadas antes cuando en la costa del frente ya se habían masticado al malaventurado pionero y descubridor del Río de la Plata y, que hoy en día, cinco siglos a posteriori, sigue siendo folclore y comida nacional... ‘Un día tres españoles se robaron un caballo y se lo comieron a escondidas. Se supo y fueron sentenciados a la horca. Ya ajusticiados, ni bien oscureció, algunos españoles desesperados descuartizaron las piernas de los difuntos colgados y se llevaron los pedazos para comer en sus casas…También un español se comió al hermano que había muerto' (*5). Las calamidades no cesaron y la hambruna transformó al primer Buenos Aires en una hecatombe. Finalmente, los indígenas rioplatenses Querandíes, Guaraníes, Charrúas y

Destrucción del primer Buenos Aires. Ilustración del libro de Ulrico Schmidl por Teodoro de Bry
Destrucción del primer Buenos Aires. Ilustración del libro de Ulrico Schmidl por Teodoro de Bry

Chaná-Timbúes se aliaron y reunieron 23.000 guerreros en defensa de su tierra y al desprecio con que habían sido tratados por los blancos, sitiando, asaltando y dando el remate final al primer Buenos Aires que figura en la historia como el último trágico intento fracasado de los Europeos en el Río de La Plata. La flota más grande enviada hasta entonces en conquista de las 'Indias' fue totalmente repelida por aquellos viejos Argentinos.


Aunque el accionar codicioso de Europa por el sur se postergaba, el destino de sangre y avasallador era ineludible. Pero el indómito río solo pudo ser conquistado por los españoles llegando desde el otro lado. En 1532 Francisco Pizarro sometió al gran Imperio Inca por la costa del pacífico, asesinando con su cobarde artimaña al verdadero 'Rey Blanco' de la leyenda, el Inca Atahualpa, que no era blanco. Después de traicionarlo y quitarle penosamente su tesoro de

Pizarro engaña, traiciona y asesina al Inca Atahualpa en Cajamarca
Pizarro engaña, traiciona y asesina al Inca Atahualpa en Cajamarca

oro, sus socios conquistadores se encargarían de continuar la dominación de la 'Nueva Andalucía' descendiendo desde el 'Alto Perú', donde estaba la 'verdadera sierra de la plata". Así mismo, las leyendas de tesoros en las tierras del sur continuarían seduciendo y engañando a muchos otros aventureros, conquistadores y al Rey. Tan suntuoso nombre pero en este río y sus afluentes nunca se encontró ni una mísera partícula de plata.


El Nombre quedó Cocinado. Décadas después aparecería el nombre "Argentina" - tierra de argentum, siendo 'argentum' 'plata' en latín- por primera vez para apelar a este territorio en un caso de gran repercusión y clave final para el nuevo apodo del territorio. Fue en el poema histórico, o bien crónica en forma de verso, "La Argentina o La conquista del Río de la Plata" de Martín Del Barco Centenera, publicado en Lisboa en 1601 y que además es un interesantísimo testimonio de la perspectiva europea sobre esta parte del mundo en esos años. La dedicatoria de Centenera es la frase que le dio nombre a "Argentina": "He escrito en verso, aunque poco pulido y menos limado, este tratado y libro a quien titulo y nombro Argentina, tomando el nombre del

Tapa del Poema histórico "La Argentina"
Tapa del Poema histórico "La Argentina"

sujeto principal que es el Río de la Plata" (link en la referencia (*6) para leerlo completo).


En 1860, el gobierno de las Provincias Unidas del Sur adoptaría oficialmente el nombre "Argentina" para el nuevo país americano. Un simple nombre que lo entendí por primera vez tras ir en Florianópolis a la ‘Praia de Naufragados’, aún en el siglo 21 enarbolada de la naturaleza virgen que la rodea, pero que ya en 1516 forjó los sutiles hechos que afilaron el futuro. Como la saga del náufrago portugués de las mil y una hazañas, Aleixo García, otro personaje sumiso para la historia pero que eriza lo real maravilloso al invocarlo…

Y Ahora. La forma de sentir el planeta de esos expedicionarios parece asimilarse más a la ficción de las películas y cuentos de piratas que a la interpretación de la realidad que hoy el humano tiene del planeta Tierra. La imaginación sobre las posibilidades de lo real lo determinaban más las hazañas realizables que las certezas fugaces en las que poquísimos insistían. Hoy podría resultar irrisorio pensar tanta irrealidad en lo real, pero hace 500 años fácilmente hubiésemos sido uno de esos soñadores disparatados. Aunque simultáneamente no deja de impacientarme lo que no cambia: La vulnerabilidad del humano para deshumanizarse, destruir y auto-destruirse, en el pasado y en el presente, aquí o allá. Mientras la tecnología cambia, la verdadera fragilidad humana permanece inmutada.


Viajar también es conocer historias de las que no siempre soy testigo o protagonista, sea por el espacio o sea por el tiempo. Pero si no me hubiese atrevido a ese movimiento lleno de imprevistos, en la inmovilidad no las hubiese conocido. Viajar ahí, donde no todo puedo a piel ver y oír, pero sí consigo acercármele más que cualquier otro atajo en la cómoda inmovilidad. Ese cambio geográfico que le quita el polvo a los sentidos, que enciende la atención y que re-configura la curiosidad, que es viajar.


"Fui un poco más lejos, cada vez un poco más lejos, hasta que he llegado tan lejos que no sé cómo podré regresar alguna vez"

Joseph Conrad en 'El Corazón de las Tinieblas')



Bibliografía y Referencias

Los hechos, datos, nombres y fechas del escrito no son de mi imaginación, mas si puede serlo el modo de conectarlos y mis pícaras reflexiones que se cuelan entre los renglones. Lo escrito se basa en la siguiente bibliografía y sitios consultados, dando sobretodo relevancia a las aseveraciones y descripciones de los 'cronistas de Indias' de la época. Pero debe tenerse sumo cuidado de que sus crónicas no son la realidad misma, sino interpretaciones de su realidad como testigos, que nosotros vamos desglosando para intentar recrear la historia "más probable":

(Las referencias están indicadas con un asterisco)


LIBROS (Nombre - Link para acceder al libro online)

OTROS SITIOS CONSULTADOS:



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